El proyecto unifica la esencia de una vivienda clásica, moldurada, con toques contemporáneos para conseguir el engranaje perfecto entre la estética tradicional y los avances de hoy día. El resultado pretende buscar un conjunto armónico, lujoso y sofisticado. El trabajo unifica la esencia de una vivienda clásica, moldurada, con toques contemporáneos para conseguir el engranaje perfecto entre la estética tradicional y los avances de hoy día. El resultado pretende buscar un conjunto armónico, lujoso y sofisticado.

Para ello se analizó la vivienda original, de 1905, de esta manera se potenció su carácter monumental sin perder los blancos y los neutros. El estudio está especializado en la restauración del Patrimonio Arquitectónico por lo que desde el primer momento se buscó devolver el carácter monumental del edificio al interior de la casa.

Se proyectó una casa en las que se diseñaron y añadieron las molduras desde cero para crear un telón de fondo que parezca estar desde el principio. La moldura actúa como protagonista. Potencia los techos altos originales y sirve de hilo conductor para la estética global de la casa. Este elemento integra tanto las puertas como los armarios de la cocina, cosa que también ocurre en las habitaciones donde los armarios se esconden en las paredes. Por otro lado, las cristaleras de hierro de inspiración modernista de casi 4 metros de alto, se diseñaron para conectar visualmente las estancias principales para dar un aire moderno a la casa sin perder el carácter monumental que posee el edificio.
La chimenea de mármol luce como uno de los elementos más espectaculares. Diseñada por el estudio y construida por Dolmen piedra está unida por piezas enteras de mármol que dan como resultado uno de los puntos más relevantes de la casa.

La vivienda que había perdido su esencia original ha sido renovada en su totalidad. No tenía moldura salvo en las ventanas, protegidas, que afortunadamente aún se conservaban. Estaba destartalada, tenía añadidos de otras épocas que desvirtuaban su imagen global y era muy oscura, de color amarilla. Las instalaciones estaban obsoletas. Baños y cocina estaban mal dimensionados con respecto al conjunto por lo que se buscó devolver los rasgos monumentales de este piso respetando los techos altos, restaurando las ventanas originales y enrasando los muebles de cocina en las paredes para conseguir integrarlos en la propia envolvente interior de la casa.

La cocina integra el corazón de la casa por petición especial del cliente que consiste en un núcleo de isla exenta donde cocinar sea cómodo y sirva como lugar en el que reunir de pie a invitados. También las puertas de cristal y el espejo en la trasera de la vitro aportan luz a un espacio que inicialmente era un punto bastante oscuro de la vivienda.

Se utilizaron materiales tradicionales para los paramentos verticales y techos, yeso en pared, moldura y enfoscados que recuperan las paredes a la antigua usanza. Se colocó cristal con cámara de aire en las carpinterías para hacer más estancas las ventanas originales y se crearon nuevas puertas de madera moldurada que siguen el diseño original de las ventanas originales.

Aunque parezca que la moldura estuvo desde siempre fue difícil proyectarla de nuevo teniendo en cuenta el paso de los tubos de aire acondicionado y el resto de instalaciones de manera que no se perdiese la altura original de los techos. También fue una tarea complicada enrasar las puertas de los armarios a las cornisas para que las paredes parecieran ocultas. El aseo de la cocina se esconde en el mismo paño de las neveras y el almacenamiento principal por lo que hubo que diseñar una puerta escamoteada que se adaptara al frente de la cocina.
Fue difícil devolver el carácter original a la vivienda agregando lo necesario para que las instalaciones fueran las apropiadas, también fue complicado reubicar las nuevas estancias adaptando las instalaciones vigentes a las trazas de origen.

Arquitecta, Proyecto de reforma de interiores y de Restauración Carmen Bueno,

Estilismo Bea Aparicio

Fotógrafa Montse Garriga